martes, 1 de agosto de 2023

Arte, toponimia y símbolos españoles en USA

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Un cuarto de milenio antes de la Declaración de Independencia del 4 de Julio de 1776, los españoles ya estaban explorando e intentaban colonizar zonas de Norteamérica. Cuando el Myflower llegó a la costa este en 1620, hacía 55 años que se había fundado San Agustín y 10 Santa Fe. La mayor parte de las costas estaban cartografiadas y numerosas expediciones habían recorrido aquellas tierras, desde Florida al golfo de California, desde el Río Grande hasta Nebraska. Accidentes geográficos como el río Misisipi o el Gran Cañón del Colorado eran ahora conocidos por los europeos.

Ciudades, caminos, idioma, religión, legislación, agricultura, ganadería, la cultura hispana, todo formó parte de Estados Unidos antes de que existieran siquiera como concepto. Incluso su independencia tiene una deuda pendiente con España y con los hispanos, que tanto contribuyeron con su sangre, sus haciendas y sus esfuerzos al nacimiento de esa gran nación.

No puede por tanto sorprender que en los Estados Unidos se encuentren frecuentes influencias españolas en el arte, la toponimia y los símbolos.

En el Capitolio de Washington, las referencias a más de 300 años de presencia hispana son numerosas. En la Rotonda Central, auténtico corazón del edificio, hay ocho grandes pinturas históricas. Una de ellas está dedicado al descubrimiento del Misisipi por Hernando de Soto y otra a la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492. También en la Rotonda, pero más arriba, está el friso de la historia americana que recoge 19 grandes eventos. 4 de ellos se refieren a figuras españolas: vuelven a aparecer Cristóbal Colón y Hernando de Soto y ahora lo hacen Hernán Cortés y Francisco Pizarro.

El National Statuary Hall pretendía ser una sala en la que exponer las estatuas de los dos personajes más relevantes de la historia de cada estado de la Unión. Al haber ya 100 estatuas, han tenido que repartirse por diversos lugares del Capitolio. Dos tienen estrecha vinculación con España: la del franciscano fray Junípero Serra, en representación de California, y la del jesuita Eusebio Kino, en representación de Arizona.

En la Cámara de Representantes hay 23 retratos en mármol de otras tantas figuras destacadas por sus aportaciones al establecimiento de los principios que subyacen en la ley americana. Uno de estos retratos es del rey Alfonso X El Sabio. El motivo de incluirle es el legado jurídico que España dejó en muchos territorios del país. Durante su reinado se redactó el cuerpo de leyes conocidas como las Siete Partidas, que se aplicaron también en los territorios americanos, realizando las adaptaciones necesarias a lo largo del tiempo. Tras la independencia, las normas españolas no desaparecieron y se pueden encontrar numerosas sentencias citando las Siete Partidas en las Cortes Supremas de Luisiana, Texas, Arizona, Nuevo México y California.

Además de todo lo anterior, el Capitolio contiene otras pinturas que recuerdan la llegada de Cristóbal Colón, la ciudad de San Agustín, las misiones y la entrada en Monterey de la expedición de Gaspar de Portolá y fray Junípero Serra. Colón vuelve a aparecer en las Columbus Doors, puertas que recogen nueve escenas de su vida.
Retrato de Bernardo de Gálvez en el Capitolio de Washington.
El cuadro es una copia del original de Mariano Salvador Maella realizada por Carlos Monserrate.

Por último, están el retrato de Bernardo de Gálvez, que cuelga en una sala de honor de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, y una pintura del dominico fray Bartolomé de las Casas con el título “Bartolomé de las Casas, el apóstol de los nativos”.

Los escritos de fray Bartolomé de las Casas no fueron rigurosos, exagerando hechos con finalidad de conmover, lo que dio lugar a una Leyenda Negra difundida durante siglos por motivaciones exclusivamente políticas. Se creó y extendió así un prejuicio contra la presencia española en América, arraigado historiográficamente, que pervive en nuestros días e ignora toda la legislación española y la Controversia de Valladolid.

Los esfuerzos de divulgación de la contribución de España a la revolución americana han logrado que Bernardo de Gálvez haya sido declarado Ciudadano Honorario de los Estados Unidos. Una estatua ecuestre suya está en el Bernardo de Gálvez Memorial Park, cerca de la Casa Blanca.

Otra pintura destacada está en el Capitolio, pero en el Capitolio del estado de Utah. En una pechina hay un mural dedicado a la expedición de los padres Domínguez y Escalante, los primeros europeos que llegaron al lago Utah y supieron de la existencia del Gran Lago Salado. En el Capitolio del estado de Colorado, una vidriera recuerda al cartógrafo Bernardo de Miera y a otros participantes en la citada expedición, que también están representados.
Pinturas de la rotonda del Capitolio de estado de Utah en Salt Lake City.
En la parte inferior derecha se puede ver a los padres Escalante y Domínguez.
Foto de Dick Ebert
Por muchos lugares de los Estados Unidos se encuentran placas que recuerdan hechos y personajes de la historia hispano-norteamericana. Es el caso de la victoria de Juan Bautista de Anza contra el comanche Cuerno Verde en Colorado en 1779, la Jornada del Muerto en el Camino Real de Tierra Adentro, los Adaes, Gálvez, Villasur, el Real Presidio de Santa Cruz de Terrenate, el de Tucson, o los viajes del franciscano fray Francisco Garcés.

Placas en recuerdo de la victoria de Juan Bautista de Anza sobre el jefe comanche Cuerno Verde en Colorado y del Camino Real de los Tejas.

También existen numerosas estatuas. En Pensilvania hay una de Diego de Gardoqui y en Florida se pueden encontrar de Ponce de León, Pedro Menéndez de Avilés, Tristán de Luna, Hernando de Soto y Bernardo de Gálvez. En Texas las hay de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Juan de Oñate, José de Escandón, que introdujo las explotaciones ganaderas en ese estado, el misionero franciscano fray Antonio Margil de Jesús y un monumento a los pioneros españoles. En Nuevo México las tenemos de Juan de Oñate, Pedro de Peralta y Diego de Vargas, reconquistador de la provincia tras la gran revuelta de 1680. En Arizona está Hugo O’Conor, irlandés naturalizado español que fundó Tucson. En la Presidio Plaza de esta ciudad hay un monumento al soldado de cuera. En Utah, en la ciudad de Spanish Fork, se encuentra una escultura de los padres Domínguez y Escalante y el indio Joaquín, que los acompañó en su expedición. En California abundan las estatuas y monumentos dedicados a Juan Rodríguez Cabrillo, fray Junípero Serra, Gaspar de Portolá, Juan Bautista de Anza, Felipe de Neve, fundador de Los Ángeles, y al misionero y explorador fray Francisco Garcés. En Kansas se recuerda a Francisco Vázquez de Coronado, en Georgia a Hernando de Soto y en Alabama a Bernardo de Gálvez. Esta lista no es exhaustiva, pero sirve para ver que la presencia española se recuerda en muchas partes de los Estados Unidos.
Monumento a los colonos españoles. Parque de la Catedral. Santa Fe.
Los estados de California, Colorado, Florida, Montana, Nevada y Nuevo México tienen nombres españoles. Texas y Yuta (transformado por los angloparlantes a Utah) son términos adaptados y adoptados por los hispanos. Territorios como Puerto Rico, las Islas Vírgenes o las Islas Marianas del Norte mantienen sus nombres españoles.

A lo largo y ancho de los Estados Unidos, sobre todo al sur, desde California hasta Florida, los condados con un nombre relacionado con la herencia hispana son muy numerosos. En el caso de California, Arizona y Nuevo México superan el 50%. Otro tanto ocurre con los municipios, en especial en los estados del suroeste, donde son frecuentes los topónimos hispanos.

En cuanto a las banderas, las de los estados de Alabama, Arizona, Montana, Nuevo México, Florida y Arkansas incluyen referencias a España. Estas aparecen también en los escudos y/o sellos de los estados de Alabama, Montana, Texas, Puerto Rico, y en las banderas, escudos y sellos de ciudades como Los Ángeles, Santa Fe, San Luis, San Diego, Baton Rouge, Columbus, Riverside, Pensacola, Cupertino y San Agustín.

Escudos de San Agustín y Puerto Rico.

Sellos de la ciudades de Los Ángeles y Santa Fe y sello estatal de Texas.

Banderas de Cupertino, Florida y Pensacola.

Todo lo anterior nos ayuda a entender que Estados Unidos y España tienen una historia compartida y que buena parte de las raíces norteamericanas están en un conjunto de pueblos que formaron parte de la Monarquía Hispánica y que hoy conocemos como Hispanidad. La historia más antigua de Norteamérica está escrita en español, la lengua de una comunidad diversa y mestiza cuyos miembros comparten muchos rasgos culturales y que representan el 20% de la población. Es mucho lo que nos une, pero para valorarlo antes hay que conocerlo.

Texto extraído y adaptado de Las raíces hispanas de los Estados Unidos por cortesía de la Asociación Cultural Héroes de Cavite.

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