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Desde que en el año 713 los musulmanes firmaron el pacto con el conde Teodomiro de Orihuela (ver
La Alta Edad Media en Murcia. El reino de Teodomiro) hasta la expulsión de los últimos moriscos murcianos en 1614, transcurrieron más de 900 años de presencia musulmana en la Región de Murcia (ver
La Edad Media en Murcia. El dominio musulmán y
La Edad Media en Murcia. El dominio cristiano). En este artículo vamos a resumir la última parte de esta larga historia.
La relación entre los seguidores de Mahoma y los de Jesucristo nunca fue fácil. Para los reyes cristianos sus súbditos musulmanes, llamados mudéjares, eran una población considerada desafecta, con idioma, religión, cultura y costumbres diferentes, sospechosa de colaborar con la piratería berberisca que durante siglos asoló las costas mediterráneas (ver
Historia de Sucina y H. Riquelme. Piratas berberiscos y órdenes religiosas). Además, sus tierras solían ser ambicionadas por los pobladores y señores cristianos.
En el año 1500, el incumplimiento de las capitulaciones estipuladas en la rendición de Granada provocó un levantamiento popular del Albaicín (Granada). Se extendió por toda la sierra de las Alpujarras, llegando hasta Almería y Ronda y fue reprimido con dureza.
En 1502 los Reyes Católicos dictaron una pragmática por la que se daba a elegir a los mudéjares entre la conversión al cristianismo o el exilio. Era una época en que la unidad de un reino se basaba en buena medida en la unidad religiosa y cultural de sus habitantes. Con dicha pragmática se intentaba forzar su integración.
Los mudéjares murcianos optaron por cambiar de religión de manera voluntaria y en masa, para intentar conseguir su asimilación legal con el resto de los cristianos y su permanencia en las tierras que ocupaban desde hacía siglos.
Estos conversos de origen musulmán (también había conversos de origen judío) pasaron a ser denominados moriscos. La lógica desconfianza que despertaba su conversión entre los cristianos viejos no hizo sino añadir un nuevo factor de recelo y rechazo hacia ellos. Los conflictos no acabaron ahí.
En un nuevo intento de forzar su integración, el rey Felipe II prohibió el uso del árabe, así como de trajes y ceremonias de origen musulmán. La aplicación de este nuevo decreto dio lugar en 1568 a otra rebelión en las Alpujarras. Los moriscos granadinos contaron con el apoyo poco eficaz de turcos, berberiscos y moriscos emigrados. De nuevo fueron derrotados, esta vez por las fuerzas al mando de Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II, y por sus propias disputas internas. Se dispersó a los supervivientes por el reino de Castilla. Parte de ellos se asentaron en Murcia.
Los moriscos siguieron siendo vistos como un enemigo interior. A principios del siglo XVII, teniendo noticias de que se estaba gestando una alianza entre moriscos y el rey de Francia, y aprovechando un periodo de paz en el reino, el rey Felipe III decretó en 1609 su definitiva expulsión de la península ibérica.
Fue una operación de una magnitud sin precedentes, trágica en muchos casos y dramática en todos, pero ejecutada con bastante eficacia a lo largo de varios años. A los expulsados sólo se les permitía transportar los bienes que pudieran llevar consigo.
La mayoría de los moriscos pasaron al Norte de África, donde fueron recibidos de forma desigual y desempeñaron papeles relevantes. No pocos engrosaron las fuerzas de los piratas, llegando a constituir en Marruecos una pequeña república, la república de Salé, dedicada a esta actividad. Fueron moriscos los que se apoderaron de Tombuctú, primero en nombre del sultán de Marruecos y luego en el de ellos mismos.
Las diversas fuentes consultadas coinciden en estimar la población total de Murcia en aquella época en unas 100.000 personas. Unos 6.000 eran moriscos de origen granadino, que habitaban sobre todo en la zona de Lorca. Otros 9.000 eran moriscos murcianos, asentados principalmente en comunidades del Valle de Ricote, descendientes de los mudéjares que más de un siglo antes se habían convertido al cristianismo. Estaban más integrados en la sociedad cristiana que las comunidades moriscas de otros lugares de España, no siendo extraños los matrimonios mixtos.
Los moriscos en general eran muy apreciados como agricultores, como muestra el dicho de aquella época “quién tiene un huerto y se lo cultiva un moro, tiene un tesoro”. La Inquisición los vigilaba de cerca y a menudo estaban sometidos a la explotación de nobleza y clero, que poseían cada vez más tierras y los utilizaban como siervos.
Precisamente los nobles levantinos y algunos prelados fueron los más perjudicados en sus intereses económicos por la expulsión de sus siervos moriscos y los que más se opusieron a ella. Llegaron a pedir al papa Paulo V una comisión para estudiar el tema. Pero sus escrúpulos se acabaron cuando el duque de Lerma, valido de Felipe III, les concedió los bienes de sus vasallos desterrados.
Los moriscos granadinos salieron de Murcia en 1610 y los murcianos en 1614. Esta expulsión fue la última masiva que se produjo es España, y la que acabó de borrar los vestigios de población musulmana.
La expulsión de los moriscos murcianos no fue todo lo completa que podría pensarse, pese a que algunos de los deportados fueran de hecho cristianos auténticos e incluso ocuparan cargos públicos. Lo cierto es que recurriendo a diversos procedimientos y argucias legales, se estima que sólo unos 2.500 fueron llevados al destierro. Otros 3.500 lograron permanecer en Murcia. De los 3000 restantes, muchos optaron por la huída, principalmente hacia el antiguo reino de Valencia. Durante los años siguientes, bastantes se las arreglaron para retornar a sus lugares de origen. En 1626, el rey Felipe IV mandó que no se procediese más “contra los moriscos mudéjares que habían sido expulsados y se habían vuelto…”.
Hay desacuerdo entre los historiadores sobre los efectos económicos de la expulsión. Se admite que variaron según la zona. El porcentaje de la población total que suponían los expulsados y el ritmo al que fueron sustituidos por agricultores y artesanos cristianos determinaron estos efectos. En las publicaciones más modernas consultadas se tiende a opinar que en Murcia los perjuicios económicos fueron menores de lo que se pensaba.
La expulsión de los moriscos es un polémico episodio de nuestra historia que 400 años después sigue despertando pasiones. En todo caso, fue un drama que afectó a la vida y hacienda de muchos miles de seres humanos.
Agradecimientos
Alfredo Vílchez, Doctor en Historia, por su revisión y correcciones al texto.
Entradas relacionadas
La Alta Edad Media en Murcia. El reino de Teodomiro
La Edad Media en Murcia. El dominio musulmán
La Edad Media en Murcia. El dominio cristiano
Historia de Sucina y H. Riquelme. Órdenes religiosas y piratas berberiscos
Bibliografía seleccionada
Expulsión y destierro de los moriscos mudéjares del Reino de Murcia (1610-1614). Jorge Gil. Écoles des Hautes Études en Sciences Sociales (París)
Excelente artículo que aporta gran cantidad de información y datos. Publicado en Áreas. Revista Internacional de Ciencias Sociales, editada por la universidad de Murcia. Su número 30 (2011) se dedica a
Los moriscos y su expulsión: nuevas problemáticas
IV Centenario de la expulsión de los moriscos lorquinos (1610-2010). Melchor Guerrero Arjona
Artículo sobre la expulsión de los moriscos lorquinos, deportados desde Granada tras la rebelión de las Alpujarras, publicado en
Alberca. Revista de la Asociación de Amigos del Museo de Lorca
Memoria de los Moriscos
Sitio dentro de la web de la
Biblioteca Nacional de España dedicado a la exposición sobre literatura aljamiada morisca organizada por la BNE en 2010. Un vídeo de 15 minutos sobre esta exposición está disponible
aquí
Regmurcia.com tiene dos grupos de artículos:
La expulsión de los Moriscos en el Reino de Murcia y
Historia de la Región de Murcia
Moriscos en valle de Ricote
Webislam.com incluye este documentado artículo. Tiene un posicionamiento muy claro pero, tal vez por eso, su lectura resulta de interés.
Expulsados 1609. La tragedia de los moriscos
Web monográfica patrocinada por
Casa Árabe
Wikipedia en español:
Morisco y
Expulsión de los moriscos